miércoles, 1 de mayo de 2013

dos músicos que fallecieron en el accidente que son originarios de la comunidad de Salto de Peña,

Cuenta su padre que Miguel Ángel Córdova se fue sin permiso invitado por los hermanos Torres. Foto: Correo
APASEO EL GRANDE, Guanajuato.- San Pedro Tenango es un pueblo de músicos, semillero de bandas de viento y maestros autodidactas que enseñan a las nuevas generaciones el manejo de los instrumentos, pero hoy está de luto, seis de sus hijos perecieron en un accidente vial en la carretera Monterrey-Nuevo Laredo y todos pertenecían a la misma organización musical “La Reyna de Monterrey”, algunos hasta con dos años y el que menos, apenas había ingresado en enero pasado.

En medio de aplausos, llanto y música que entonaba una banda, más de mil personas recibieron los restos mortales de seis integrantes del grupo musical.

Se paraliza pueblo

A las 10:00 horas y en medio de un dispositivo policíaco que custodió su trayecto en carretera llegaron al poblado seis carrozas en las que transportaban los restos mortales de Félix Ramos, Antonio de Jesús Torres Arellano, Miguel Ángel Torres Arellano, José Guadalupe Arellano, Miguel Ángel Córdova Sánchez y Luis Antonio Flores.

En el acceso al poblado ya se encontraban apostadas poco más de mil personas, quienes en medio de aplausos, llanto, y música que entonaba una banda, participaron en una procesión que culminó en el atrio del templo local, sitio donde por espacio de 20 minutos los residentes del poblado entonaron diversas melodías que eran del agrado de los jóvenes.

Más tarde, familiares de los ex integrantes de “La Reyna de Monterrey”, cargaron en hombros los féretros donde reposaban los restos mortales de sus seres queridos.

El luto

Tras el regreso de los cuerpos ayer mismo, había cuando menos 4 hogares enlutados en distintos puntos del pueblo, en los que la gente acudía a decenas a dar sus condolencias a los familiares y acompañarlos en el rezo de los rosarios, además de comentar y recordar las incidencias de la vida de sus hijos, hermanos, primos y amigos.

Los Torres

Antonio de Jesús y Miguel Angel Torres Arellano, de 23 y 19 años de edad respectivamente, se fueron desde hace dos años invitados a la banda regiomontana, tocaban la tuba y el trombón, pero también sabían manejar otros instrumentos.

Su padre Rodolfo Torres Uribe, músico y organizador de bandas, describe que desde que se fueron a tocar a Nuevo León, se iban tres meses y luego regresaban una semana y ganaban muy bien.

Ambos eran casados y dejan dos viudas, una de ellas con una niña de tres años y un embarazo de seis meses, la otra con un bebé de tres meses.

Refiere su papá en el exterior del salón de fiestas habilitado como capilla ardiente en la calle Manuel Doblado, que ellos desde muy corta edad aprendieron a dominar los instrumentos y tocaban en las bandas a las que eran invitados en la localidad, eran alegres y de mucho ambiente al igual que su progenitor, les gustaba mucho su trabajo “todo inició por necesidad, pero al final le agarraron gusto”.

Comentó que ya es una tradición en este pueblo que los muchachos le tomen gusto a la música en el caso familiar, todos tocan algún instrumento, desde su abuelo e incluso las hijas, todos le van pasando los conocimientos a las nuevas generaciones y él en lo personal ya está organizando una nueva banda que denominará “La Nueva Tazcalera”, por los que se fueron pero que seguirán sus hijos.

El más reciente

A Miguel Ángel Córdoba Sánchez, le faltaban dos meses para cumplir los 19 años, y es tal vez el miembro más joven de la banda, apenas ingresó a ella en los primeros días de enero, todo ello sin el consentimiento paterno, simplemente se fue a Monterrey invitado por los hermanos Torres, y cuando ya estaba allá, avisó, desde entonces la familia sólo lo escuchaba por vía telefónica y no lo volvieron a ver en persona sino hasta esta trágica circunstancia.

Ayer lo velaban en su domicilio en la calle Nicolás Bravo.

Antes de ello, el joven, que estudio hasta la secundaria, ya tenía tres años tocando en diferentes bandas de San Pedro como “La Pequeñita” y “La Picosita”, su instrumento era la ármonica, que aquí conocen como “La Coconita”.

J. Concepción Córdoba Pérez, su padre, de oficio albañil, explicó que su hijo se fue el pasado 9 de enero, invitado por los hermanos Torres –también fallecidos- y ello aun cuando él no le daba permiso y lo invitaba a sentar cabeza, de hecho, le dio a escoger entre seguir de músico o hacer el Bachillerato, porque si estudiaba ya no podría seguir tocando, tendría que dedicarse de tiempo completo, él escogió seguir tocando en las bandas. “Era muy alegre y se relacionaba fácilmente, no sólo con la gente de su edad sino también con la adulta”, comenta.

Recuerda que hace poco, y ya en Monterrey, les habló por teléfono porque quería comprarse un carro, por lo que le recomendaron enviarle el dinero a su mamá para hacer la compra, al final nunca llegó el recurso.

Lo velan en Apaseo el Alto

Ayer mismo llegó a Apaseo el Alto el cuerpo de Ezequiel Olvera, sus familiares lo velaban en un domicilio de la Zona Centro de la cabecera municipal, en la calle Emilio Acevedo, la que fue cerrada para tal fin y en el que desde las primeras horas del funeral se combinabann el rezo de los rosarios con intermedios musicales para que le tocarán melodías al difunto algunas bandas de viento.

Los otros dos músicos

Hay otros dos músicos que fallecieron en el accidente que son originarios de la comunidad de Salto de Peña, en Jerécuaro. Ellos aún no han llegado a su tierra.


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